1. La televisión es ciertamente la empresa más grande de subversión y de contaminación. Atrapa al hombre por sus puntos débiles: sus gustos, su atracción desordenada por la curiosidad y su inconmensurable orgullo. El mundo se precipita dentro de su casa, desfila en ella a lo largo del día con toda su violencia, sus excesos, sus depravaciones: es una verdadera violación de domicilio. Una vez apretado el botón de encendido, se ven películas malsanas, emisiones de “variedades” debilitantes, informaciones deformadas o incompletas, etc.
2. La familia es destruida o quebrantada: el ritmo de vida de un hogar queda totalmente sometido a los horarios de las emisiones, a las que “no hay que faltar”. Todo se organiza en torno al comando del control remoto, que usurpa el lugar del rosario en familia.
3. La compra de un televisor, el cable… tanta plata malgastada, mientras hay tantas buenas obras que necesitan nuestra ayuda.
4. “Pero a veces hay buenos programas”. Por supuesto, ¿cómo lograrían hacer pasar todos los demás horrores, sin estos “buenos programas” que están allí como cebos para atraer a los recalcitrantes? Y además, por alguna buena cosa que ver –pero que no es vital– ¿cuántas otras, inútiles, insípidas, amorales, inmorales, se toleran? ¿Cuántos horrores?
5. No es conforme a las verdaderas necesidades de ninguna edad ver un espectáculo todas las noches. La película de todas las noches es el recreo cotidiano que quita el gusto del esfuerzo.
6. Imagínense todas las noches en su casa a un individuo desconocido que hablara sin cesar, que acaparase todas las conversaciones, que impidiese toda repuesta, a quien se aceptaran todas sus proposiciones sin decir siquiera una palabra, que fuese el “rey” de la noche. Díganme si este intruso no es, en realidad, la aplastante televisión.
7. Aún si fuese buena, aún si fuera excelente, la televisión siempre sería un peligro, como un cuerpo ajeno a la célula familiar.
8. La televisión (gracias a su director, el príncipe de este mundo, Satanás), bajo apariencias de dar información, de apertura al mundo, de amplitud de espíritu, contribuye poderosamente a socavar las certezas de la Fe, a arruinar las convicciones cristianas, a disolver las conciencias, a desecar los corazones, las almas y las inteligencias.
9. La televisión atrae, pues desde el pecado original al hombre le es más fácil arrellanarse en un sillón, con los pies sobre la mesa, un tazón de golosinas sobre el vientre y un vaso de gaseosa en la mano, ante una pantalla, sin hacer nada, antes que leer y meditar la vida de Nuestro Señor para imitarlo mejor, o rezar de rodillas el rosario pidiendo por la conversión de los pobres pecadores y la salvación de las almas.
10. Reflexionen, recen y escuchen lo que ha venido a decirnos Jesús, el Verbo Encarnado, es decir, Dios mismo:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
“Entren por la puerta estrecha, porque la puerta ancha es la que lleva a la perdición. Son numerosos los que pasan por ella”.
“¡Qué estrecha es la puerta y el camino que lleva a la vida, y qué pocos son aquéllos que la encuentran”.
“Busquen el Reino de Dios y su justicia, y el resto se les dará por añadidura”.
Vamos, familias cristianas, su televisión es para vomitar, ¡échenla fuera..!
1 comentario
Estoy de acuerdo con su comentario, ahora debemos de divulgarlo y tratar de superar todo el conglomerado de criticas que vamos a recibir más al final nuestra verdad saldrá a la luz.