12 de noviembre: San Martín I
SAN MARTÍN I
Papa y Mártir
n. en Todi (Toscana), Italia
† 655 en Cherson, Crimea
Sufrid, pues, la corrección. Dios se porta con vosotros como con hijos. Porque, ¿cuál es el hijo, a quien su padre no corrige?
Hebreos 12, 7

San Martín, Papa, fue puesto en prisión por orden de Constante II, emperador de Oriente, por haber condenado la herejía de los monotelitas. Permaneció 92 días sin ver a nadie, después de lo cual fue exilado en el Quersoneso. Jesucristo estaba siempre presente a su espíritu, y el pensamiento de que sufría por su causa constituía su único e inmenso consuelo. Murió en el destierro, como consecuencia de la miseria y malos tratos que se le hizo sufrir, el año 655, después de 6 años de pontificado.
Meditación sobre las penas del pecado
- Tal es el odio de Dios por el pecado, que no hay suplicios que no emplee para castigarlo en esta vida y en la otra. En esta vida, el pecado nos priva de la gracia de Dios, echa al Espíritu Santo de nuestro corazón y nos despoja de la calidad de hijos de Dios para hacernos esclavos del demonio. Por el pecado, perdemos nuestros derechos al cielo y los méritos que hemos adquirido mediante nuestras buenas obras. En una palabra, nos hacemos enemigos de Dios y objeto de su cólera. Un solo pecado mortal atrae sobre nosotros todos estos males.
- En la otra vida, un solo pecado mortal nos precipitará al infierno, es decir, que el pecador perderá el paraíso y será privado de la vista de Dios; será atormentado en todas las partes de su cuerpo y en todas las facultades de su alma durante toda la eternidad. Así es como los demonios y los condenados desde ahora son castigados; y es justo que sean castigados durante toda la eternidad, porque han querido vivir sin fin para pecar sin fin (San Gregorio).
- No puedes proporcionar mayor placer al demonio, tu más cruel enemigo, que ofendiendo a Dios. Nada puedes hacer más desagradable a Dios, a Jesucristo, a la Santísima Virgen y a toda la corte celestial, que cometer un pecado. Nada puedes hacer más perjudicial a tu alma. ¡Desventurado de mí! ¿por qué precipitarme tan contento en el infierno? ¡Para agradar al demonio, que nunca me hizo sino mal, ofendo a Dios que tanto me ha amado!
La huida del pecado.
Orad por el Papa.
PASTOR ETERNO, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Soberano pontífice Martín, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S.
Fuentes: Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. | Tomo IV; Patron Saints Index.
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