27 de octubre: San Frumencio
SAN FRUMENCIO
Obispo y Confesor
n. en Tiro, Líbano
† hacia el año 380 en Etiopía
Nosotros como más fuertes, debemos soportar las flaquezas de los menos firmes y no dejarnos llevar de complacencia por nosotros mismos.
Romanos 15, 1

San Frumencio visitó Persia hacia el año 330 con un filósofo de Tiro, tío suyo, y fue apresado en el mar al volverse a Etiopía. Impresionados por su juventud y belleza, los bárbaros lo presentaron a su rey, que tomó a su cargo su educación y lo hizo su secretario. Después de la muerte del rey, la reina le confió la regencia. Aprovechose de ello para favorecer la religión y abandonó después este elevado puesto para ir a pedir un obispo a San Atanasio en Alejandría. Este santo lo consagró a él mismo y lo envió de vuelta. Sus discursos y sus milagros obraron un gran número de conversiones, y Etiopía permaneció católica durante cuatro siglos.
Meditación sobre tres grados de amor al prójimo
- Debemos amar a nuestros parientes y amigos; es un deber que nos impone la naturaleza; pero Dios quiere que en esto sigamos su voluntad más bien que nuestra inclinación. Ámalos, porque Dios lo quiere y como Dios lo quiere. Demuéstrales este amor trabajando todo lo que puedas en su salvación y soportando pacientemente sus defectos; la amistad y la caridad cristiana te obligan a ello.
- Poca cosa es amar a los parientes y amigos: esta ley la observan hasta los paganos mismos; tú debes amar a las personas con las que no te vinculan ni parentesco ni amistad. Son verdaderamente hermanos nuestros aquellos que han reconocido como Padre suyo a Dios (Tertuliano).
- Hagamos más: amemos a nuestros enemigos. El cristiano es capaz de un acto tal de caridad. ¡Cuán difícil es este amor para aquél que no consulta sino la naturaleza; pero cuán fácil para aquél que considera a Jesús expirando en la cruz por sus enemigos! Al hablar de San Esteban, dice San Gregorio: Ofrece a Dios algo más grande que la muerte: la moderación del alma y el amor a los enemigos.
La caridad.
Orad por vuestros parientes y amigos.
HACED, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Frumencio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S.
Fuentes: Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. | Tomo IV; Patron Saints Index.
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