31 de Julio: San Ignacio de Loyola
SAN IGNACIO DE LOYOLA
Confesor
n. 1491 en Loyola, España
† 31 de julio de 1556 en Roma, Italia
Patrono de los jesuitas y de la Compañía de Jesús; retiros espirituales; soldados.
Haced todo a gloria de Dios.
1 Cor. 10, 31
La lectura de la vida de los santos inspiró a San Ignacio el amor a la santidad. Renunció a la gloria de las armas para alistarse bajo el estandarte de Cristo, y para trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Se retiró a la gruta de Manresa, en la que llevó una vida muy austera. Fue allí donde compuso su admirable libro de los Ejercicios espirituales. Comenzó a estudiar la lengua latina a la edad de 33 años, y durante su permanencia en la Universidad de París, atrajo a varios compañeros con los que echó las bases de la Compañía de Jesús. Murió en el año 1556.
Meditación sobre la vida de san Ignacio de Loyola
- San Ignacio, en la soledad de Manresa, había trazado el plano del edificio espiritual que debía edificar durante toda su vida. Su libro de los Ejercicios espirituales es un resumen de lo que debe hacerse y de lo que él mismo hizo para llegar a la perfección. Comenzó por llorar sus pecados y expiarlos mediante ruda penitencia. Es el primer paso: lavar nuestros pecados con lágrimas. Así procedieron todos los santos; ¿los imitamos nosotros? Aunque no hubiésemos cometido sino un solo pecado mortal, sería suficiente para llorar hasta la muerte.
- El segundo paso hacia la perfección, dice San Ignacio, es la imitación de Jesús que obra y sufre para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. San Ignacio ha seguido paso a paso a este Modelo de los predestinados: después de su conversión llevó primero una vida escondida como Él; después se consagró por entero a la salvación del prójimo, sufriendo a causa de esto injurias, calumnias y prisión. ¿Cómo imitamos nosotros la vida oculta de Jesús, sus trabajos y sus sufrimientos? Sigamos la divisa de San Ignacio: Todo para la mayor gloria de Dios.
- El tercer paso hacia la perfección, que tan alto elevó la santidad de San Ignacio, es la unión perfecta con Dios. Para llegar a ella, hay que desasirse del temor de todo lo que no sea Dios y darse enteramente a Él. Tenemos amor para las cosas de este mundo y no lo tenemos para Dios. ¡Todo amamos, todo buscamos, sólo Dios nada vale ante nuestros ojos! (Salviano).
El celo por la gloria de Dios.
Orad por las órdenes religiosas.
OH DIOS, que, para la mayor gloria de vuestro Nombre, habéis dado por el bienaventurado Ignacio un nuevo socorro a vuestra Iglesia militante, haced, que después de haber combatido en la tierra, siguiendo su ejemplo y bajo su protección, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Por J. C. N. S.
Fuentes: Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. | Tomo III; Patron Saints Index.
1 comentario
Estimados hermanos:
Varios amigos Jesuitas me han ayudado a lo largo de mi vida con mucha sabidurìa. Estos «pasos» a la luz de San Ignacio, estimo siceramente que son un resumen muy acertado de lo que es llegar a ser un verdadero cristiano. Cualquier parte del evangelio que comentemos, de una u otra manera, se encuentra contemplado dentro de estos pasos. Muy interesante.
Les saluda amablemente Rubèn Gerardo