Hijos de nunca, es hora
A los abortados del mundo
Hijos de nunca, es hora de teneros en cuenta
-tantos rostros sin nombre, tantos nombres sin rostros-.
Por cada malogrado capullo en las entrañas
se levanta este canto de amor para vosotros.
Diminutos encajes, seres deshilachados,
brutalmente arrancados del íntimo telar
donde se entretejía la esperanza futura,
gotas de agua que nunca llegasteis hasta el mar.
Sueños desvanecidos, resquebrajados vasos
por los que se fugaron vuestras trémulas almas,
calendarios privados de la gracia del ciclo,
tiernos soles extintos detrás de la alborada.
Delicadas promesas que escuchabais la vida
retumbar, insistente, como vital tambor…
vosotros no heredasteis la canción del latido,
para vosotros nunca llegó a abrirse el telón.
Jamás sobrepasásteis la ración del suspiro,
víctimas sofocadas por trágicas mordazas
de vientres decididos a fungir de cadalsos
-vuestras madres optaron por el filo del hacha-.
Hijos de nunca, es hora de que alguien os conceda
un gesto de empatía, un recuerdo piadoso,
de que se os reivindique como a seres humanos
aunque os hayan barrido como a rojos escombros.
Tendednos vuestras manos, o lo que queda de ellas,
juntad vuestros pedazos y, si os permite el cielo,
venid a nuestros tristes corazones de luto
y reposad en ellos. Perdonad el mal hecho.
Quiero, si estáis de acuerdo, que en mi reloj de arena
tengan siempre cabida vuestros pequeños granos.
Aceptad, por justicia, un sitial en mi alma
que es deber de conciencia y humilde desagravio.
Jorge Antonio Doré
PoesíaHispana.com
3 Comentarios
su poesía me parece increiblemente llegadora
espero que todos tomemos conciencia de esto y cada uno ponga su granito de arena para tratar de concientizar al mundo.grcias por esta bella poesia
¡Que hermosa poesía!. Debería publicarse en todos los libros de texto de escuelas, colegios y universidades del mundo. Sobretodo, repartirlo entre las mujeres de todas las etnias y condiciones
sociales, pues con tristeza, hoy en día vemos los
vientres de tantas mujeres convertidos en féretros de sus propios hijos. ¡ Que Dios se apiade de sus
genocidas almas!
Hermosa pagina no la conocía me encantó el poema