Posturas y gestos
En un discurso pronunciado en la Duodécima Convención de la Confraternidad de Eruditos Católicos en Filadelfia, Pensilvania, John M. Haas se refirió a la impresión que le causaron, cuando aún era protestante, ciertas prácticas católicas. Escribió sobre cómo le influyó la conciencia de la Presencia Real de Nuestro Señor en la costumbre católica manifestada en la reverencia que se hace en su honor con la cabeza al pasar por una iglesia:
Y otros católicos seguramente podrían agregar otras innumerables [prácticas católicas]: algunas más “superficiales”, otras más profundas; algunas como fuente de consuelo, otras como fuente de un ligero humor. Las prácticas católicas conforman la vida diaria de un individuo católico y de una sociedad católica. Los ofrecimientos de la mañana, la invocación a Jesús, María y José, la aspersión de agua bendita a los niños a la hora de dormir, el rezo a San Antonio (“Ayúdame, Antonio querido, a encontrar lo que tengo perdido”), las súplicas a San Judas para evitar la bancarrota, las novenas en favor del cónyuge enfermo. Todas estas numerosas prácticas, colman la vida de los fieles, los enriquecen, confortan y orientan. A menudo, es difícil rastrear su origen. Algunos de los que parecen más íntimos y naturales para el pueblo, no fueron introducidos por la autoridad eclesiástica, sino que surgieron, desde la fe, como expresiones naturales de amor, de alegría, de acción de gracias, de dolor o de desesperación.
La característica más fuerte que todas estas prácticas católicas parecen compartir es su capacidad de apartar a las personas de lo mundano, lo terrenal y lo cotidiano, y dirigirlas hacia lo sagrado, lo trascendente y lo eterno. Uno bien podría estar viajando en tranvía por Pittsburgh, pensando en cómo lograr nuevos contactos comerciales o cómo acomodarse para conocer a la nueva chica de la oficina, cuando, de repente, por parte de media docena de personas, se toma conciencia de otra realidad, otra dimensión, no separada de esta realidad, sino impregnándola, elevándola, dándole sentido. Quizás la conciencia de la presencia de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento por quienes estaban en el tranvía fue sólo fugaz, sin prácticamente ninguna interrupción en el hilo del pensamientos sobre el aumento de las ventas o el encuentro con la nueva chica. Pero aquella conciencia estaba; la presencia de Nuestro Señor fue reconocida; e implícitamente al menos, quedó perfectamente claro que el aumento de las ventas no era un fin en sí mismo, y que cualquier futura esposa, cabría esperar, estaría casada en el Señor.
A continuación se presentan instrucciones respecto algunas de estas formas de tomar conciencia de la presencia de Nuestro Señor mediante el uso de ciertas posturas y gestos:
Reverencia con la cabeza o “reverencia simple”
Cómo hacerlo: Simplemente se baja la barbilla hacia la garganta por un breve momento.
Cuándo hacerlo:
- Al pasar frente a una Iglesia, se hace reverencia con la cabeza y la Señal de la Cruz para honrar la Presencia Real de Cristo en el tabernáculo.
- Cada vez que se oiga o se mencione el Santo Nombre de “Jesús” (hay que tener en cuenta que “Cristo” es su título, que significa “Ungido”, y por lo tanto no hay necesidad de hacer reverencia ante la mención de esta palabra). Los hombres deben quitarse el sombrero y hacer reverencia al pasar por una iglesia o cuando se pronuncia Su Nombre. Esta práctica es válida tanto para dentro como para fuera de la Misa. Todos los católicos deben hacer reverencia en estos momentos (sí, aunque se esté en medio de una conversación informal con alguien en el metro y se pasa por frente de una iglesia o se menciona Su nombre, se debe realizar una reverencia con la cabeza, y los hombres deben quitarse el sombrero).1
- Antes de la Misa, cuando el sacerdote y el Crucífero (el acólito que lleva la Cruz) caminan por el pasillo.
- Durante la Misa, cada vez que se escuche decir: “Padre, Hijo y Espíritu Santo” mencionados juntos, o en cualquier momento que se oiga la palabra “Trinidad”; al oír el nombre de María; y al oír el nombre del Santo en cuyo honor se celebra la Misa.
- Después de la Misa, cuando el sacerdote se retira del Altar (algunos hacen una profunda reverencia). Es también una costumbre rezar por él en este momento.
Golpe en el pecho
Cómo hacerlo: Con el puño o con las puntas de los dedos mantenidos juntos, se golpea el pecho sobre el corazón para expresar arrepentimiento y dolor2.
Cuándo hacerlo:
- Formalmente, durante la Misa, en cada “mea culpa” del Confiteor; en el “Nobis quoque peccatoribus” (sacerdote); tres veces durante el “Agnus Dei”; y tres veces al “Domine, non sum dignus”.
- Informalmente,
- al “dimitte nobis debita nostra” del “Padrenuestro”;
- en cualquier momento que se desee expresar penitencia o remordimiento, ya sea dentro o fuera de la Liturgia;
- cuando se tocan las campanas en la Consagración y se eleva la Hostia o el Cáliz, se inclina la cabeza y se golpea el pecho tres veces. La oración mental que se debería realizar en este momento es: “Señor mío y Dios mío”.
Reverencia profunda
Cómo hacerlo: Se inclina hacia adelante desde la cintura, a la manera de los japoneses, aproximadamente 30°.
Cuándo hacerlo:
- En el Asperges en la Misa, cuando el sacerdote rocía a la congregación con agua bendita.
- Cuando el monaguillo inciensa a la congregación durante la Misa.
- Junto con el signo de la Cruz, cuando el Sacerdote y el Crucífero caminan por el pasillo antes y después de la Misa. Después de la Misa, cuando el sacerdote se retira del Altar, es también costumbre rezar por él.
- Al saludar a un jerarca que no tiene jurisdicción sobre uno (por ejemplo, el Obispo de una diócesis diferente a la que uno vive). Mientras se realiza la reverencia, se besa el anillo del jerarca. Esta reverencia y el beso del anillo sólo se efectúan si el Papa no está presente.
Genuflexión con la rodilla izquierda
Cómo hacerlo: Se lleva la rodilla izquierda hasta el suelo, manteniendo la espalda recta. Se permanece así por un momento, y luego se pone nuevamente de pie.
Cuándo hacerlo:
- Al saludar al Papa u a otros jerarcas con rango de Obispo o superior y que tengan jurisdicción sobre uno (sólo cuando el Papa no está presente), por ejemplo al Obispo o Arzobispo de la diócesis, pero no al de una diócesis vecina. Durante la genuflexión con la rodilla izquierda, se da un beso al anillo del jerarca; luego se pone de pie. Esto se realiza en honor a la investidura, mas no a la persona.
Genuflexión con la rodilla derecha
Cómo hacerlo: Mirando hacia donde se está haciendo la genuflexión, se dobla la rodilla derecha por un momento –de la manera en la que un hombre le propone matrimonio a una mujer–, llevándola hasta el suelo, cerca del talón del pie izquierdo, manteniendo la espalda y cuello erguidos. Se permanece así por un momento, y luego se pone de pie.
Cuándo hacerlo:
- Se hace genuflexión al Tabernáculo en donde está reservado el Santísimo Sacramento, y cada vez que se pasa frente a Él (excepto durante una procesión, por ejemplo, en la fila de Comunión o al regresar al asiento). Si bien esto debería, en cierto sentido, convertirse en un hábito, debería realizarse siempre concienzudamente. Cuando se arrodilla hacia el Tabernáculo, se debe recordar siempre que se está arrodillando ante Dios mismo. Rezar mentalmente “Señor mío y Dios mío” es un buen hábito para adoptar mientras hace la genuflexión con la rodilla derecha. Si el Tabernáculo no llegar a estar en el Altar, se hace igualmente una genuflexión hacia el Altar y hacia el Crucifijo que allí se encuentra.
- Ante la reliquia de la Vera Cruz cuando está expuesta a la adoración pública.
- Desde el Viernes Santo hasta el Sábado Santo, después de la ceremonia de la Adoración de la Cruz, se hace genuflexión al pasar en frente al Crucifijo expuesto en el Altar.
- Antes de entrar o después de salir del banco en el templo, mientras se mira hacia Cristo en el tabernáculo.
De rodillas, o doble genuflexión
Cómo hacerlo: Se doblan ambas rodillas.
Cuándo hacerlo:
- Cada vez que se encuentre expuesto el Santísimo Sacramento, para mostrar adoración y humildad.
- Varias veces durante la Misa: durante las Oraciones al pie del Altar, después del Sanctus, después del Agnus Dei, en la barandilla del altar al recibir la Comunión y en la Última Bendición.
- Durante la Confesión, dentro o, en caso de emergencia, fuera del Confesionario.
- Al recibir una bendición sacerdotal, dentro o fuera de la Liturgia. Si por alguna razón no se pudiera poner de rodillas, se hace reverencia con la cabeza.
- Durante la oración privada.
Postración
Cómo hacerlo: Manteniendo las piernas juntas, se pone de rodillas y luego se echa en el piso, boca abajo, cruzando las manos formando una “almohada” sobre la que descansa la frente.
Cuándo hacerlo:
- Las postraciones, que significan total humildad y penitencia, se realizan durante el Rito de Ordenación, durante los ritos de profesión religiosa (es decir, al entrar en una orden religiosa), como penitencia en las órdenes religiosas y por cualquier persona durante la oración privada ante un Crucifijo o ante el Santísimo Sacramento. También es realizado, ocasionalmente, por adultos a la invitación del sacerdote, antes de la Profesión de Fe en el solemne Rito del Bautismo.
Besos
Cómo hacerlo: Parafraseando a Lauren Bacall en “Tener y no tener”: sabes cómo se besa, ¿no es así? Sólo junta tus labios… pero no soples.
Cuándo hacerlo:
- Se besan crucifijos e íconos (2D o 3D): En los íconos que representan a más de una persona, se besa primero a Nuestro Señor (sus pies, el dobladillo de su manto o sus manos), luego a Nuestra Señora (sus manos o velo), luego a los ángeles y a los santos. Para venerar un crucifijo o ícono que no se puede alcanzar bien con los labios, se besa los dedos y luego se toca el lugar donde se besaría.
- Muchos católicos besan la Biblia antes de abrirla y leerla.
- Se besa el anillo de obispos y papas: ver “Genuflexión con la rodilla izquierda”. Con el beso del anillo (besamanos o baciamano) se honra a la investidura de su portador, no a la persona. El anillo del Papa –llamado “Anillo del pescador”– se ha utilizado ya desde el siglo XIII. El grabado del anillo se ha utilizado como sello para presionar la cera con que se cierran los documentos papales. Cada Papa tiene su propio anillo, que se destruye después de su muerte.
- Se besan las manos de un sacerdote (literalmente besamanos o baciamano): las manos del sacerdote se pueden besar al saludarlo, porque sólo ellas son capaces de consagrar la Sagrada Eucaristía. Este honor está dirigido a las Sagradas Órdenes, no a las personas. Las manos de los sacerdotes también se besan el Domingo de Ramos al recibir una palma (la que también se besa). Durante la Misa, los acólitos o monaguillos también besan las manos del sacerdote.
Postura orante u «orans»
Cómo hacerlo: Se levantan los brazos bien sea a los lados y con las manos hasta la altura de los hombros, o por encima de la cabeza, como lo haría un niño que quiere que su padre lo levante.
Cuándo hacerlo:
- Los sacerdotes realizan este gesto (el primero mencionado) durante la Misa.
- Los laicos a veces adoptan esta posición durante la oración privada. Esta postura no debe ser utilizada por los laicos durante la Misa3.
Fuente: Fisheaters.com | Traducción: TradiciónCatólica.com
1. La costumbre de inclinar la cabeza ante la mención de Su Nombre se convirtió formalmente en ley en el Segundo Concilio de Lyon, en 1274 d.C., convocado por el Papa Gregorio X: “Conviene que los allí reunidos ensalcen con un gesto especial de reverencia el Nombre que es sobre todo nombre, fuera del cual no se ha dado a los hombres bajo el cielo otro (nombre) en el que los creyentes puedan salvarse, esto es, el nombre de Jesucristo, que ha salvado al pueblo de sus pecados. Cada quien debe cumplir en sí mismo lo que está escrito para todos, que ante el Nombre de Jesús se doble toda rodilla; cada evocación que se realice de este glorioso Nombre, especialmente durante los misterios sagrados de la Misa, todos deben doblar las rodillas de su corazón, lo que puede hacerse, incluso, con una reverencia de la cabeza”.
Una Hermana religiosa me dijo una vez que “en aquellos tiempos”, los niño de las escuelas católicas jugaban, a veces, a decir el Nombre de Nuestro Señor tanto como pudieran para obligar a las Hermanas maestras a inclinar la cabeza. Aparentemente, hacer que las cabezas de las monjas se balanceara de arriba a abajo era un deporte para aquellos pequeños traviesos.
2. La Enciclopedia Católica cita a San Agustín (354-430 d.C.) diciendo en su Sermo de verbis Domini: “Tan pronto oigas la palabra ‘Confiteor’, te golpeas el pecho. ¿Qué significa esto sino que deseas traer a la luz lo que está oculto en tu seno, y con este acto limpiar tus más secretos pecados?”
También cita a San Jerónimo (340-420 d.C.) diciendo en Ezequiel, c. XVIII: “Nos golpeamos el pecho porque allí es donde se asientan los malos pensamientos: queremos disipar estos pensamientos, queremos purificar nuestros corazones”.
3. La postura orante u “orans” se encuentra representada, con frecuencia, en el arte de las catacumbas, donde quienes rezaban de esta manera lo hacían por el alma de aquel cuya tumba adornan estas pinturas. La Enciclopedia Católica dice: “Por ejemplo, a numerosas figuras bíblicas pintadas en las catacumbas –Noé, Abraham, Isaac, los tres jóvenes en el horno ardiente, Daniel en el foso de los leones– se les representa pidiéndole al Señor que libere el alma de la personas en cuyas tumbas están representados, como una vez liberó al personaje particular representado”. Continúa diciendo que, además de estas figuras orantes bíblicas, existen muchas figuras ideales en esa “antigua actitud de oración” que deben ser considerados como símbolos del alma del difunto en el cielo, orando por sus amigos en tierra. “Este significado simbólico explica el hecho de que la gran mayoría de las figuras son mujeres, incluso cuando están representadas en las tumbas de hombres”.
Sin comentarios