Rastro
Voy siguiendo tus pasos muy de lejos,
descifrando tu estela ensangrentada
y el rastro de tu cruz, que en el terreno
serpea y se disipa en la distancia.
Quiero encontrar tus sienes espinosas,
el divino refugio de tus llagas
y el olor a vinagre de tu boca
que puede perdonar mis muchas faltas.
¿Dónde estás? ¿Dónde estás? Se hace de noche
y no quiero acampar. En la montaña
pude escuchar a mudos dando voces,
a ciegos que estrenaban la distancia,
a leprosos besar sus propias manos
y a sordos bautizarse en la palabra.
¡Y vi muertos salir del camposanto
volviendo jubilosos a sus casas!
Ando tras de tu voz que aplaca mares,
suplicando el reposo de mis aguas;
y he traído mis peces y mis panes
para multiplicarlos con tu gracia.
Pero yo sé que el viaje no es en vano.
Te encontraré y, al fin, tus santas manos
guardarán los despojos de mi barca.
¡Y habrá un amanecer de lino blanco
cuando alcance tu orilla iluminada!
Jorge Antonio Doré
PoesíaHispana.com
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Cuanto regocijo, es poesía…es pura conversión entrega y abandono, Nunca estuvo nada fuera de lugar…Dios escribe derecho en renglones torcidos, Aleluya