Catecismo de los Derechos Divinos en el Orden Social [1]
Por P. A. Philippe, C.SS.R.
(Traducción del P. Jesús Mestre Roc)
Introducción
La “Semana Católica” de principios de 1926, organizada por la “Liga Apostólica“, nos confió un deseo: el poseer un Catecismo que exponga el hecho y naturaleza de la Realeza social de Jesucristo. Para responder a este deseo hemos entregado estas páginas al público bajo el título de “Catecismo de los Derechos Divinos en el Orden Social. ¡Jesucristo Maestro y Rey!”.
Decimos “Catecismo de los Derechos Divinos en el Orden Social” porque so pretexto de seguir únicamente la luz de la conciencia, se ha difundido la costumbre de abandonar a la libre disposición de ésta el cumplimiento de todos los deberes.
Los derechos de la verdad, y especialmente los de la Verdad Suprema, son pisoteados. Nuestro Catecismo requiere un gran acto de Fe: acto de Fe en Dios y en Jesucristo, interviniendo por la autoridad como intervienen por su acción creadora en toda Sociedad. Los Pueblos deben saber que en toda relación de hombre a hombre, de Sociedad a Sociedad, de país a país, y en todo lo que constituye el interior de una nación, dependen de Dios y de Jesucristo. En este punto, como en el de la existencia misma de Dios, todos debemos inclinarnos, y decir con toda el alma: “Creo”.
A. Philippe, C.SS.R.
PRIMERA LECCIÓN
El supremo dominio de Dios sobre toda la sociedad
- Diga los primeros artículos del Credo.
“Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor”. - ¿Cómo se expresa la Santa Iglesia sobre este punto en el Credo de la Misa?
“Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, que es creador del Cielo y de la tierra, de las cosas visibles e invisibles. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo unigénito del Padre”. - ¿Qué se entiende por estas palabras: “Creador del Cielo y de la Tierra, de las cosas visibles e invisibles”?
Se entiende por eso que todo lo que existe fuera de Dios ha sido hecho por Dios, que todas las cosas visibles e invisibles fueron creadas por Él. - ¿Qué diferencia hace usted entre las cosas visibles y las invisibles?
Hay cosas que son perceptibles por el sentido de la vista, del oído o de los otros sentidos, que se pueden palpar de algún modo: son las cosas visibles. Aparte de éstas, hay otras cosas que existen realmente, de cuya
existencia nos podemos dar cuenta, pero que no son perceptibles por los sentidos. - Enumere algunos ejemplos de las cosas invisibles.
Por ejemplo, son invisibles: los ángeles, el alma humana, el pensamiento humano, la voluntad, el poder y la autoridad humanas. - La Sociedad de los hombres, ¿es algo invisible?
Es invisible en el sentido de que no se puede tocar, pero es perfectamente perceptible en el sentido de que puede percibirse su existencia. De este modo se puede constatar y darse cuenta de que tal nación es distinta de tal otra, que tal Sociedad pública o privada es distinta de cualquier otra Sociedad. - La Sociedad, considerada en tanto que visible e invisible, ¿es una creatura?
Sí; y cuando en el “Credo” se dice: “creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles”, se profesa solemnemente que toda Sociedad, lo mismo que el hombre, ha sido creada por Dios y, por consiguiente, depende de Él con una dependencia absoluta. Esta doctrina se aplica a toda Sociedad, bien se trate de una sociedad natural, esto es, impuesta por la naturaleza del hombre; o libre, esto es, fundada por la voluntad humana. - ¿Puede usted dar algunas pruebas de la condición creada de la Sociedad?
Además del testimonio de Dios y del Espíritu Santo en las Escrituras y del testimonio de la Santa Iglesia, se pueden aportar las pruebas racionales. Toda Sociedad está compuesta de hombres. Y todo hombre es una creatura. De donde se sigue que las relaciones mutuas de los hombres son cosas creadas. Y como toda Sociedad, lo mismo que toda Nación, constituye una unidad moral que existe verdaderamente fuera de Dios. En tanto que no es Dios, ha sido creada por Dios, del cual no puede dejar de depender de modo sumo, del mismo modo que toda creatura depende de Dios.
Hay todavía otra verdad fundamental. El hombre depende de Dios no sólo porque es una creatura, sino también porque Dios es su último fin. Es algo evidente que el fin último de todo lo creado es Dios. Más en particular, Dios es el objetivo último, sumo e infinito de toda creatura inteligente. El hombre ha sido creado para llegar a Dios. Debe comprender que ha sido creado para este fin y debe querer llegar a Él y Dios ha colocado al hombre en condiciones tales que no puede dejar de vivir en Sociedad. Por lo tanto, en tanto que ser social, el hombre debe tener por fin último y supremo a Dios. Decir lo contrario sería afirmar que el hombre halla el fin de la Sociedad en la Sociedad misma, lo que sería idolatría. Pero las sociedades, en tanto que tales, no pasan a la eternidad. Se concluye pues, en que su fin último se halla en el hecho de que la inteligencia y la voluntad de los individuos se dirijan a Dios en y por medio de las sociedades.
- Segunda lección | Consecuencias necesarias de la condición de creatura que es esencial a toda sociedad
- Tercera lección | El supremo dominio de Jesucristo sobre toda la Sociedad y Nación
- Cuarta lección | Condiciones y sentido exacto de la Realeza de Jesucristo
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